En nuestro país cada vez es mayor el número de pacientes con enfermedades crónicas cardiovasculares, respiratorias, diabetes, reumatológicas, entre otras. Muchas de ellas eran prevenibles con hábitos de vida saludables; el tratamiento para estos pacientes les permite la probabilidad de morir a una edad avanzada, con una adecuada atención interdisciplinaria, apoyo familiar y psicológico para que su declinar esté libre de dolor, soledad o algún tipo de sufrimiento.
La necesaria relación entre el paciente, la familia y el médico tratante, pueden intervenir la trayectoria de la enfermedad y favorecer el cuidado para tener una mejor calidad de vida, control de los síntomas y para planificar una buena muerte.
Las necesidades físicas, sociales, psicológicas y espirituales de las personas afectadas por estas enfermedades, deben ser apoyadas manejadas con la mayor calidad profesional pero sobre todo con una gran calidez humana, lo que obliga a permitir que el paciente conserve la capacidad de decidir que quiere con su presente y futuro mediato, sin ansiedad rodeado de su familia y sobre todo de su médico, así además vamos a recuperar esa persona acompañaba a los enfermos en casa, orientaba a la familia, siendo amigo y confidente.
Esta es la clase de medicina que reclama y que obliga nuestro juramento, acompañamiento, cariño y comprensión para tomar mejores decisiones, ahora lo estamos haciendo; es esencial para conservar la identidad y la obligación de volver a humanizar la medicina, esa que todos recordamos y que de nuevo comenzamos a practicar.
No podemos perder la esperanza, es nuestra fuerza más poderosa.
Dr. Álvaro Ardilla Otero
Especialista en Medicina Crítica y Cuidado Intensivo, Especialista en Alta Gerencia.
ardilla1122@gmail.com